En la sociedad colombiana, las mujeres han recorrido un largo camino hacia la equidad y el reconocimiento de sus derechos. Este recorrido no es solo físico, como en la Carrera de la Mujer, sino también simbólico, un maratón hacia el empoderamiento y la inclusión. A través de esta metáfora, podemos entender el esfuerzo constante, el cansancio y las pequeñas victorias que las mujeres enfrentan en su lucha por un espacio igualitario. Sin embargo, como toda carrera, este camino tiene obstáculos que superar, uno de los más peligrosos es la instrumentalización de la mujer para fines políticos o ideológicos.
En la historia reciente de Colombia, hemos visto cómo se utilizan las identidades de las mujeres, particularmente aquellas que son afrodescendientes, diversas o pertenecen a minorías, como banderas de campañas políticas. En vez de celebrar sus logros y su lucha, se les encasilla, reduciéndolas a símbolos de una causa que muchas veces no representa sus verdaderas necesidades o aspiraciones. Esta instrumentalización no es un fenómeno nuevo, sino una extensión de una práctica histórica en la que las mujeres han sido vistas como herramientas al servicio de otros intereses.
El artículo Tácticas de libertad. Mujeres santafereñas en calidad de esclavas de Robert Ojeda Pérez ofrece una perspectiva histórica crucial sobre cómo las mujeres subalternas, en particular las esclavas, desarrollaron tácticas para ganar su libertad. En este contexto, las mujeres afrodescendientes de Santafé enfrentaron no solo la esclavitud física, sino también la invisibilización de sus luchas en la historia oficial. Estas mujeres, mediante estrategias de resistencia desde una posición de desventaja, lograron utilizar las fisuras del sistema colonial para obtener su libertad y reconocimiento, jugando bajo las reglas impuestas por el poder hegemónico, tal como se expone en el análisis de este artículo.
A través de las historias de estas mujeres, el artículo de Ojeda Pérez revela cómo, incluso en las circunstancias más adversas, las mujeres encontraron formas de empoderarse. Su lucha no era simplemente por la libertad física, sino por el derecho a ser vistas y escuchadas en una sociedad que las relegaba al margen. Esta historia de resistencia resuena con las carreras que hoy corren las mujeres colombianas en su búsqueda de equidad. La Carrera de la Mujer en Colombia, con sus diferentes trayectos, desde los 5 hasta los 10 kilómetros, simboliza esta lucha: cada paso es un esfuerzo por superar las barreras sociales, económicas y políticas que aún las restringen.
Pero así como en la carrera cada participante se enfrenta a su propio cansancio y dificultades, el camino hacia la equidad también requiere esfuerzo colectivo y cambios profundos en la cultura. Es importante que este esfuerzo no se vea empañado por agendas políticas que utilicen la imagen de la mujer de manera superficial, convirtiéndolas en objetos de campañas sin un verdadero compromiso con sus derechos. El empoderamiento femenino no debe ser una estrategia de marketing ni una excusa para ganar votos; debe ser una lucha auténtica, construida desde el respeto y la dignidad de cada mujer como lo ha venido demostrando la Administración de la Ciudad de Bogotá desde su primer día de gobierno, en conjunto con las mujeres, construyendo una verdadera participación de las mismas y no una intrumentalización ideológica como en otras administraciones y esferas políticas.
En este sentido, la reflexión sobre la importancia de evitar la instrumentalización de las mujeres nos lleva a analizar otro aspecto fundamental: la diversidad. Colombia es un país profundamente marcado por su pluralidad étnica y cultural. La diversidad de género no puede ser vista como una simple etiqueta o como una excusa para las políticas identitarias. En lugar de eso, debe ser una invitación a reconocer la riqueza que la pluralidad aporta a la sociedad, tal como se discute en el artículo Tejiendo sueños: Voces de mujeres emprendedoras en la historia de Colombia, que resalta el papel de las mujeres en el desarrollo social y económico del país desde una perspectiva inclusiva.
La carrera hacia la inclusión no puede permitir que las mujeres afrodescendientes o diversas se conviertan en instrumentos de propaganda, sino que debe reconocer y valorar sus historias de lucha, sus contribuciones y sus sueños. Tal como se enfatiza en la Brecha de los sueños, es necesario que estas mujeres sean vistas no como "otras", sino como protagonistas de su propio destino, con las mismas oportunidades y derechos que cualquier otra persona en la sociedad.
Al correr la Carrera de la Mujer en Colombia, cada participante simboliza una historia, una lucha personal y colectiva por el derecho a ser reconocida, respetada y valorada. En este recorrido, la llegada no es solo una meta física, sino un horizonte simbólico hacia una sociedad más justa y equitativa, en la que las mujeres puedan finalmente dejar atrás la instrumentalización y la discriminación. sobre estos temas de las narrativas y la simbología en la historia, ver La Historia Estelar.
Invitamos a los lectores a profundizar en estas historias y a reflexionar sobre las teorías y casos históricos que sustentan estas ideas. Los artículos mencionados, disponibles en la Fundación DiversidadEs y otras publicaciones académicas, ofrecen un análisis profundo sobre la importancia de construir una cultura de reconocimiento y respeto hacia las mujeres, sin caer en ideologías que perpetúen la violencia de género ni en discursos que las reduzcan a herramientas de poder. Es hora de que todas las mujeres en Colombia puedan correr esta carrera con igualdad, sin cargas adicionales ni etiquetas que las limiten.
Comments