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Foto del escritorRevista DiversidadES

Regalo en Sobre cerrado a mi padre en su cumpleaños.






En la tierra matancera, donde el sol abraza cada rincón, nació Luisito, un niño que creció entre canchas de baloncesto y sueños que se elevaban como las palmas de la isla. En su juventud, con la pelota en sus manos y el viento acariciando su rostro, Luisito jugaba solo, pero en cada rebote resonaba la melodía de la vida.


En aquellos días de la niñez, meditaba y reflexionaba sobre los destinos que el tiempo le depararía. Inspirado por las palabras que cantaba su corazón, recitaba con fervor: "Morir de Cara al Sol, no me pongan en lo oscuro a morir como un traidor...". Esas líneas se convertirían en un lema, una brújula moral que guiaría sus pasos en los años venideros.


Diácono consagrado en su parroquia, Luisito podría haber sido mensajero de la Revolución, llevando consigo los anhelos de un pueblo en el manubrio de su bicicleta. Pero el destino le condujo por otros caminos, y sin reconocimiento, tuvo que abandonar su patria, dejando atrás familia, amigos y una tierra que aún palpita en su memoria.


Colombia, con sus brazos abiertos, se convirtió en su nuevo hogar durante más de cinco décadas. Sin embargo, el regreso a Cuba, después de la muerte de Fidel, fue un viaje lleno de desilusiones. Como Pablo en su camino a Damasco, Luisito enfrentó las escamas en sus ojos, la necesidad de un Ananías que le limpiara y sanara. La Biblia nos enseña que el perdón y la sanación son procesos que, aunque difíciles, pueden transformar vidas.


Después de visitar mausoleos, partidas de bautismos y ruinas que antes eran fábricas prósperas, Luisito volvió a Colombia. A sus 78 años, contempla el pasado con melancolía pero también con la sabiduría de quien ha vivido intensamente. Los embates económicos y los fracasos no lograron apagar su luz.

En este momento especial, quiero recordarte, Luisito, cuánto admiro tu prodigiosa mente y tu conocimiento profundo de la Biblia. Tu capacidad para recitar cada pasaje es un motivo de orgullo y un faro a seguir. Pero también entiendo lo difícil que es sanar, perdonar y dejar atrás la tristeza.


Es hora de pasar la hoja, dejar que la vida continúe su curso. Como la canción de Guantanamera, que resuena en los corazones cubanos, anhelo que podamos reunirnos y cantarte un feliz cumpleaños. Al son de una aguapanela con pan, recordemos que la vida no se acaba en las penas del pasado.


Poema en clave de un historiador a su padre :


En el rincón del olvido, guardemos las penas, Dejemos que el viento se lleve las cadenas.

La vida es un río que fluye sin cesar, Aunque haya tormentas, siempre hay un nuevo amar.

No temas al tiempo, que es maestro y aliado, Canta como la Guantanamera, con corazón aclamado.

Deja atrás las sombras, abraza la luz, Que en cada nuevo día, renazca tu cruz.

La tristeza se desvanece, la depresión se deshace, Como el sol que al alba el cielo abraza.

En el corazón de Luisito, la esperanza florece, Feliz cumpleaños, en esta nueva alborada que amanece, de Cara al Sol.

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