Los documentos consultados de las tierras del pantano de Vargas conocido así por los monjes ermitaños de San Agustín desde Noviembre de 1755, dejan ver que el nombre no fue dado por la batalla, ni producto del mito de la muerte y fusilamiento de la familia Vargas por parte del General Barreiro después de averiguar que fue anunciada su presencia en estas tierras.
Aquí les voy a mostrar según las fuentes primarias, en dónde quedaba la casa de Juan de Vargas y qué había antes de la Casa del Museo del Pantano de Vargas. Por favor tengan paciencia al leer algunos pasajes de los documentos, pues los dejé con la ortografía que aparecen en el momento que fueron escritos. Espero les pueda gustar esta fascinante historia. Este es un mapa de 1787 que encontré en el Archivo General de la Nación en donde se representan los terrenos de Paipa y el Pantano de Vargas como es conocido hoy. Aquí podrás descubrir cómo se llamaba el Pantano antes de la Batalla de 1819.
El nombre de Pantano de Vargas fue conocido con 64 años de anterioridad a la Batalla, pues aparece en los documentos de los Monjes de San Agustín, quienes venden una tierra y dos estancias a Juan Agustín del Puerto: “para que se le amparase en dos estancias en el partido de Paipa con el nombre del Pantano de Vargas y perteneciendo estas a mi convento, por tener en ellas el principal de seiscientos cinquenta pesos y vendiéndolas a Don Juan Domingo soler por dejación de los herederos de Lorenzo Sanabria”. (AGN. Colonia, miscelánea. SC.39,58,D.40)
Junto a estas estancias de tierra se encontró que: En paipa en el mes de noviembre de 1758 se realizó una visita para dar cumplimiento a lo mandado por el virrey de verificar la posesión y títulos de las tierras del resguardo de Bonza que pertenece a Paipa el cual está en litigio con el convento de San Francisco de la Ciudad de Tunja. (AGN. Colonia, Virreyes:SC.61 - VIRREYES:SC.61,18,D.26) El lindero de estas tierras estaba diseñado por una quebrada que divide a las jurisdicciones del pueblo de Paipa y el de Duitama. Los poseedores de esas estancias eran Miguel de Lara y Gregorio de Lara, del referido convento, el ser aquella donde hicimos mención y constar que es la única que se encuentra”
Con esta información se descartan dos elementos, el primero es que, según los informes de la Batalla del Pantano de Vargas, los primeros enfrentamientos se dieron en Bonza y desde allí tenían que atravesar el rio para pasar al costado del terreno del Pantano de Vargas. Los dos ejércitos sabían de las posiciones de cada uno así que no hubo un tal informante, ni retaliación por parte de Barreiro a la Familia Vargas. Segundo con esta información nos damos cuenta que habían sólo dos estancias una de los señores Soler por dejación de los herederos de Lorenzo Sanabria y la otra Estancia que se comprueba por la visita que eran de Miguel Lara y Gregorio Lara en el límite entre Paipa y Duitama pero por el lado de Bonza, den donde posiblemente hicieron el paso con las balsas los del ejercito patriota.
Las tierras en donde se dio la batalla eran unas tierras muy fértiles irrigadas por distintos riachuelos que alimentaban el Pantano de Vargas. Por esto eran muy apetecidas, tanto por los indígenas, las órdenes religiosas y los encomenderos. Tanto así que el 17 de abril de 1761 hay una petición por parte de los padres Franciscanos para que se haga una visita a las tierras de ellos que están cerca al resguardo de los indios de paipa para que se verifique los daños y perjuicios ocasionados por dichos indios que quitaron las sercas, corrieron los linderos y dañaron los frutales y las huertas por dejar meter la yunta de bueyes. (AGN. Colonia, Virreyes:SC.61,18, D.26) En estos documentos se menciona que las estancias fueron dadas a Miguel de Lara desde 1759 que antes eran de juan de Sandoval, después Joseph de Sandoval y por muerte de este las poseyó Bartholomé de Sandoval. En el censo y visita practicada en 1799, aparecen como los primeros vecinos blancos la Familia de Miguel Lara casado con María Sandobal y que tuvieron cinco hijos. (Paipa y Sogamoso: diligencias de visita y censo - VISITAS-BOY:SC.62,14,D.4)
Posteriormente se ha encontrado que estas mismas tierras fueron vendidas por parte de Juan Domingo Soler al Doctor Don Fernando de Vargas en el año de 1784 pero al mismo tiempo ofrecidas al Señor miguel Mariño, por la cantidad de un mil y doscientos pesos en el sector de caños. (AGN. Colonia, miscelánea.SC.39,58, D.36) Pero el alcalde de Tibasosa intervino para que se le vendieran y dejaran las tierras a Don Fernando de Vargas con todos los instrumentos de su derecho.
Años más tarde, aparece una reclamación por parte del protector de indios en la que se menciona que los padres agustinos estaban utilizando la tierra del resguardo de los indígenas para venderla y ofrecerla a otros particulares. “El fiscal protector dice que sus respuestas de tres de octubre y 14 de noviembre de 1797 expresaba que no se podía executar el acto de venta de los predios sin que se revisara el territorio del resguardo de los indios conforme a la visita hecha por los señores Balcalcer y Verdugo” y que si lo iban a realizar, se tenía que primero señalar para donde iban a trasladar a los indios conforme a la ley “mandasele se les compense en otra parte, pero el comisionado ha concluido precipitar a que los indios desamparen sin saber a dónde han de ir, ni cual es la tierra que se les va a dar para vivir.. y solicita que primero se cumpla este requisito para proceder a desalojarlos”… “Este documento es fiel copia de los expedientes a los padres Agustinos de la ciudad de Tunja por el caso de los Indios de paipa que reclaman sus tierras nombradas boncita, marzo 28 de 1799.” RES-BOY:SC.53,6, D.24 folios 722-724.
Según la visita realizada en 1778 por Moreno y Escandón se ordena que las tierras del resguardo de paipa se repartan por cantidades similares tanto a los indios de paipa como a los de Sogamoso, debido a que el resguardo que había allí en 1774, por las reformas borbónicas se recortaron los gastos administrativos y los presupuestos, por tal motivo para 1778 se esperaba la unión de los indígenas de Sogamoso con los de paipa, por parte del cura de Paipa Alejo Roxas “a los nuevamente trasladados por ser acreedores a este beneficio, se les señalará terrenos aparentes para sus habitaciones en el plan del pueblo, para que mezclándose indistintamente, no solo comprehendan que no solo merecen preferencia los nativos de Paipa, respecto de los de Sogamoso, sin que vivan en hermandad.. haciéndoles entender que en todo son iguales.”(AGN. - RES-BOY:SC.53,6,D.25)
Basados en los documentos de las visitas, pudimos rastrear los primeros Vargas que aparecen desde 1778, ya que para realizar la repartición del resguardo tuvieron que hacer un padrón en el que ubicaran a cada uno de los habitantes del sector. Desde estos documentos se pudo conocer que los únicos Vargas registrados fueron: “Mathias Malaver y Gertrudis de Bargas, quienes para ese momento no registran hijos. Joaquin Pulido y su mujer Agustina Vargas tienen un hijo. También aparece MAthias de Vargas y 4 hijos, Folio 330v a lo último del padrón aparece Miguel de Vargas sólo y en registro aparte Nicolás Santa y su mujer Lorenza Vargas Paipa y Sogamoso: diligencias de visita y censo - VISITAS-BOY:SC.62,14, D.4
Este dato desmonta de nuevo el mito que se cuenta en la Casa Museo en el que allí fueron fusilados el Señor Juan de Vargas, su mujer y 14 hijos. Pues para el censo más cercano a esas fechas, en el padrón de habitantes de ese sector sólo aparecen con 4 hijos Mathias de Vargas quien no registra señora y Joaquín Pulido con su mujer Agustina Vargas quienes tienen un solo hijo. No se sabe el nivel de parentesco de Gertrudis Vargas, con Lorenza Vargas y Agustina Vargas, pero lo único que se puede pensar es que estas mujeres pudieron presenciar la entrada del libertador desde Bonza al campo de Batalla en el Pantano de Vargas.
Más adelante, en febrero 26 de 1801, vuelven los indios de Paipa que estaban organizados en el resguardo de Bonza, a hacer una reclamación debido a que los padres de la comunidad de San Agustín de la ciudad de Tunja se estaban apoderando de sus tierras. “como poseedores de unas tierras contiguas a nuestro resguardo en derecho según la visita de Egas de Guzman y Henríquez, nos pertenecen en derecho” (AGN. Colonia RES-BOY:SC.53,6, D.26)
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los corregidores de los partidos y pueblos de indios empezaron a reducir a los indígenas, en otras tierras menos productivas para apoderarse y arrendar o vender estas tierras a particulares, es el caso de los indios de Motavita que en el año de 1806, se quejan frente al corregidor Francisco Vilches, quien “hace el espacio de un año nos hallamos constreñidos en la más triste y lamentable situación al vernos despojados de nuestras sementeras y antiguas posesiones solo por la mala versación o impiedad del Dr, Francisco Vilches corregidor del partido de paipa quien haviendose comisionado para el remate de los resguardos, no lo hizo con la debida diligencia fidelidad y proesa que corresponde” RES-BOY:SC.53,6,D.22 folios 686.
En esa época aparecen como firmantes el visitador Joaquín de Arosteguí y Manuel de Guzman como abogado. En otros documentos encontramos que “Miguel de Salazar y Caicedo obtiene por traspaso de Blas de Valenzuela, procurador de la Real Audiencia, el remate de los tributos del partido de Paipa”. TRIBUTOS:SC.60,19,D.16. Si se quiere hacer un rastreo por via de impuestos de renta de los predios y de Alcabalas, se puede rastrear desde José tomas Monroy quien asume como administrador de alcabalas para el año de Julio 9 de 1807 en el partido de Paipa. ALCABALAS:SC.5,20, D.15
En cuanto a los tributos, para 1809 los indios del resguardo de paipa hacen una solicitud ante el virrey para que les rebajen los tributos debido a que han sufrido de muchos hielos y falta de lluvias, por lo que han obligado a muchos indígenas a trasladarse a tierras calientes y abandonar las sementeras, y a dejar sus posesiones. (Colonia. Tributos - TRIBUTOS:SC.60,13,D.19) La respuesta del virrey en manos de la superior Real Hacienda, deciden después de hacer las entrevistas a distintas personas y corroborar que fue cierto que han sufrido de estas inclemencias del clima desde hace tres años, fue positiva. Decidieron darles a los indios la espera que solicitaban. Del requinto real. Hasta cinco años. Mayo 26 de 1810. Folio 267r
En una visita hecha en 1799 por Joseph campuzano, se indagaron los frutos de la tierra que cultivaban en estas sementeras eran: “trigo, maíz, turmas, cebada y otras varias legumbres, con la ayuda de los buenos pastos y aguas se dedican a fabricar y tejer bayetas con que regularmente satisfacen el tributo” el tributo en este pueblo lo pagan al año siete pesos cinco reales y medio, unos en plata y otros en Bayetas.”Paipa y Sogamoso: diligencias de visita y censo - VISITAS-BOY:SC.62,14,D.4
Por el otro costado del Pantano de Vargas encontramos la Hacienda de El Salitre, los dueños de esos predios posterior a la salida de los Padres Jesuítas se rastrearon en los documentos de la siguiente manera: Agustín Justo de Medina, fue el rematador de la Hacienda el salitre quien además arrendaba estas tierras, por eso tuvo muchos pleitos. Tunja: Agustín Justo de Medina: Rematador de las haciendas de "El Salitre" y "Tuta", que fueron de los jesuítas, en pleito con los herederos de Nicolás Caicedo, por el arrendamiento de esas tierras. Cuentas de testamentarias (Sin fecha). MISCELANEA:SC.39,114, D.15
Don José Joaquín Lasso de la Vega, comprador de la hacienda de El Salitre, jurisdicción de Paipa, negociaba con don Agustín Justo de Medina, pide se le permita traspasar a la referida hacienda, el crédito que Medina tenía sobre la hacienda de Cravo, rematada de las temporalidades. TEMPORALIDADES:SC.57,21, D.24
En 1812 Doña María Teresa Lasqueti, vecina de Paipa y viuda de don Bustaquio Galaviz, pide se le de prelación a la suma de pesos que tiene a su favor sobre la hacienda de El Salitre de aquel vecindario, por deuda contraída con su esposo por don Agustín Justo de Medina. TEMPORALIDADES:SC.57,21,D.25 “Despues de un dilatado pleito entre Don Agustin Justo de Medina y Don Joaquin lazo de la Vega sobre la venta de la Hacienda del Salitre de Paipa de la jurisdicción de esta provincia que se vino a pronunciar por el tribunal de justicia de la de Cundinamarca declarándose deudor a Vega a favor de Medina quien le vendió la Hacienda el Salitre, ubicada a las cercanías de esta Capital (Tunja), bien conocida como la mejor o de las mejores del Reyno.” MISCELANEA:SC.39,82, D.57
En la visita realizada por Joseph Campuzano en 1799, aparece en padrón de los vecinos de Paipa Don Agustín Justo de Medina su mujer Doña Bárbara Sánchez con diez y seis de familia. VISITAS-BOY:SC.62,14, D.4
Para rastrear los alrededores del Pantano, también existe un lugar llamado Cruz de Murcia, para este sector también se pudieron encontrar los dueños de esos predios:
Juan Ramón Camargo vecino del pueblo de Paipa y mayordomo de la fábrica de la iglesia entrega las cuentas de mayordomía en 1802. FABRICA-IGLESIAS:SC.26,21, D.35. Este hombre fue nombrado mayordomo porque podía respaldar las finanzas de “las cuentas con sus fincas con las que afianza el buen manejo de las rentas y pertenencias de dichas nuestras iglesias. Por tanto elegimos y nombramos mayordomo de fábrica de nuestra parroquial iglesia de San Benito a Don Justo Ramon Camargo y le damos plena facultad para que pueda administrar, cobrar y custodiar todos los bienes” Folio 642r Fue nombrado por el Señor Arzobispo de Santafé y de este Reyno “para que con los intereses que se hallan en cajas reales, pertenecientes a esta iglesia, proceda al reparo y reconocimiento de ella.” folio 644r se obliga con la cantidad de 1500 pesos que puedan confiársele para el reparo físico de la iglesia como en los ornamentos, respaldándolo con su persona y sus bienes muebles, raises y semoviente.” Se registró el respaldo con una “estancia de tierra de su propiedad en el sitio de Quebrada Honda de esta feligresía que linda con la Hacienda de los expatriados de la compañía en el Salitre, por otro lado con la de los reverendos padres Agustinos calzados de la ciudad de Tunja, y por los otros lados con los mismos sus compartes cuyo valor con sus mejoras alcanza los mil pesos” para tener la otra parte pone como fiador a Antonio Sánchez y a Buenaventura Camargo quien tiene una estancia de pan Coger en quebrada honda por un valor de quinientos, y que linda con tierras de Xabier Rodríguez, por otro lado con las tierras de los herederos de Pedro Camargo, por otro lado con las tierras de los de Salvador Camargo, y por otro lado con las tierras de Antonio Avella y Antonio Sánchez que fia en la misma cantidad.” también pone como fianza una estancia de tierra que tiene suia propia en el sitio de Murcia de esta feligresía, que por una parte linda con las tierras del Señor Alferez Real o Don Ysidro de Andrade, por otro lado con las tierras de la Hacienda el Salitre, que es en el dia de Don José Joaquin Vega, y con las otras dos con sus mismos conmpartes. Cuias hipotecas confiesa ser suias propias libre de otro senso y gravamen.”645r
Con esta última información que fue extraída, podemos dar cuenta de las tierras y propietarios alrededor del Pantano de Vargas, haciendo la salvedad de que en ninguna de ellas se habla de casas de habitación o linderos totalmente definidos. Sin embargo, es una versión mucho más cercana, la cual se puede cotejar con documentos notariales que ya se están empezando a buscar, para dar cuenta de la existencia de las casas en dichos predios.
Casas en los predios del Pantano de Vargas.
En un artículo que promete mostrar arqueológicamente los lugares de la Batalla del Pantano, pero desafortunadamente no lo logra ni lo desarrolla, se menciona sólo por oídas y fuente oral que en ese entonces existían solamente seis casas: 1) El Molino, que empleaba las aguas canalizadas de la quebrada Varguitas para mover dos piedras grandes que molían maíz, trigo y cebada; con el tiempo se convirtió en escuela y hoy se encuentra en ruinas; sus piedras de moler aún se conservan en el sitio. 2) La Chichería, al frente del puente de La Balsa, ya desaparecida; sus piedras de moler se usaron, hasta hace poco, como soporte de canchas de tejo. 3) Varguitas, cuartel de las tropas patriotas y donde murió Rooke; constaba de varias habitaciones, reducidas a dos; su techo también fue modificado —constituyó el hospital de los patriotas—. 4) La casa de Juan Díaz o de las Seis Ventanas, al sur de Barital, se convirtió en el cuartel de Barreiro; actualmente está deteriorada por falta de mantenimiento. 5) La casa de Vargas, al frente del monumento, fue escuela durante mucho tiempo, y restaurada por el gobierno para el futuro museo regional. Se dice que, en el patio trasero, el día anterior a la batalla, sus ocupantes fueron ejecutados por Barreiro por apoyar a los patriotas. 6) La casa de La Peña, hoy completamente en ruinas, fue saqueada por algunos pobladores en busca de tesoros entre sus paredes. (Rodríguez J., & Borrero, L. 2014).
Para esta entrega nos vamos a concentrar sólo en la Casa del Museo del Pantano de Vargas. Dicha casa fue construida conjuntamente con el Monumento anterior por orden del presidente Rafael Reyes para 1907, quien mandó construir la estatua de Juan José Rondón y la de la Reina Victoria, que de paso valga decir que estas estatuas sería bueno que las devolvieran al lugar original o se las dieran a la Casa Museo para que las exhibiera como bien de interés cultural perteneciente a la región.
Al frente de este museo y respondiendo al decreto sobre la enseñanza de la historia se proyectó construir la escuela primaria para la enseñanza de la historia patria en monumentos nacionales y lugares de las Batallas. “En lo que respecta a la enseñanza de la historia, en 1905 se decreta el primer plan de estudios donde la historia aparece como materia de enseñanza obligatoria y formal. Hacía parte del tercer grupo o categoría de materias, junto con la geografía y la instrucción cívica. El decreto de 1905 se constituía en uno de los primeros márgenes de materialización de la Ley 39 de 1903, que reglamentaba la nueva instrucción pública de todo el país. Junto con el decreto 491 de 1904, pasando por el decreto 827 de 1913, que reglamentan, por su parte, el tiempo obligatorio de la clase de historia en las Escuelas Normales, aunque sin indicar su contenido, planes y objetivos; con el decreto 1122 de 1922, por medio del cual se reglamentaba el Bachillerato Nacional, se estipulaba entonces todo un ordenamiento jurídico para la enseñanza de la historia y de la educación en general, que perduraría hasta bien entrada la década del 30”. (Ghotme, 2013).
Todavía no hemos encontrado los documentos de la creación y construcción de la Escuela, pero la invitación es para que los historiadores de la Región pudieran colaborar buscando los documentos y contratos de la construcción de dicha escuela. Pues al levantar la reconstrucción de la memoria histórica de la comunidad, nos hemos encontrado con 6 personas que estudiaron en la escuela y que todavía están vivas.
“Pocos meses después del triunfo obtenido en la Batalla de Boyacá, se impartieron órdenes directas para establecer escuelas en algunos puntos de la República. El presidente Bolívar mandó en abril de 1820 fundar una escuela en la parroquia de Chitagá, provincia de Pamplona y, para tal efecto, dispuso 40 pesos para el pago del maestro. Mediante un decreto dictado dos meses más tarde, se ordenó abrir una escuela de primeras letras en la Villa del Rosario”. (Pita, R. 2015)
“En materia de vigilancia, el Decreto del 6 de octubre de 1820, otorgó a los gobernadores políticos la responsabilidad como directores de las escuelas. Ellos mismos debían solucionar las dificultades y efectuar visitas periódicas para evaluar la conducta de los maestros y la buena marcha de esos establecimientos”. (Pita, R. 2015)
“la Ley del 2 de agosto de 1821, decidió que en todas las ciudades, villas y parroquias de más de 100 vecinos debía haber por lo menos una escuela de primeras letras. Las ciudades y villas sufragarían los gastos de dotación con los recursos de las rentas de propios, pero allí donde estos recursos fueren insuficientes y, en las parroquias, había que recurrir a la solidaridad de los vecinos, comprometiéndose voluntariamente a efectuar los pagos mensuales”. (Pita, R. 2015)
“Para 1918 la desigualdad regional en la educación era tan marcada como en el siglo XIX, que por las mismas razones de ese entonces obedecía a la precariedad fiscal, la pobreza y la topografía adversa. La educación urbana era más amplia que la rural, y en promedio 3.5 veces más alta en los índices de escolaridad de niños de 5 a 14 años en las capitales importantes. En el campo las principales causas de la deserción y la escasa demanda escolar eran la pobreza y el trabajo infantil. En los años veinte el 98% de los niños desertaba de la escuela primaria en las ciudades, mientras que, en el campo, los que no desertaban, sólo llegaban hasta tercer grado, y los pocos que seguían, terminaban un bachillerato clásico o comercial (Palacios, 2002).
Al hacer las entrevistas a los estudiantes que asistieron a la Escuela del Pantano de Vargas, pudimos saber que el piso era en tierra, que no había pupitres ni escaños para sentarse mientras impartían las clases. Algunos de ellos los mismos papas los sacaron de la escuela para que pudieran ayudar con los trabajos en las cementeras.
“la situación de las escuelas públicas en los años treinta era muy parecida a la de las dos o tres décadas anteriores: maestros mal pagados y con poca capacitación, circunscritos a la vida aldeana y dislocados de la vida nacional; escuelas mal equipadas y antihigiénicas; estudiantes desnutridos, enfermos y con una herencia cultural embestida por los vicios y el alcoholismo; analfabetismo, deserción y apego al funcionarismo”. (Ghotme, 2013).
Las clases de la Escuela del Pantano de Vargas eran, la historia patria, la doctrina de la iglesia católica y las primeras letras junto con aritmética básica. Todas las profesoras eran nacionales y de la región.
Inicio de la casa Museo
La casa museo inició su función con la JAC en la que era presidente Rodolfo Díaz 1999 , cuando existía la inspección de policía (Francisco Sánchez) se determinó que los guías turísticos tenían que aportar para pagar el cuadro que se encuentra en el museo actualmente ya que el anterior cuadro que estaba en la capilla lo robaron, comúnmente los arreglos los realiza la comunidad.(Entrevista a Francisco Sanchéz)
Los antecedentes de La Casa museo según los lugareños cuentan que primero “era una escuela de varones(1960) , la primera escuela que existió, en esta casa después de que se ubicará el colegio allí, vivía la señora Gabina Albarracín.(Entrevista a Rodolfo Diaz) después fue una inspección de policía desde 1969 a 1990 con un inspector y cuatro policías, después empezó la restauración de ésta con tejas de zinc.
Mientras tanto, la historia se contaba o en el monumento o en la casa de las seis ventanas. Lugar en el que descansó Barreiro antes de la Batalla Antonio Medina Serna abogado que vivía en Bogotá era el dueño de la casa de las seis ventanas, en esa casa se contó la historia de las batallas ya que el dueño prestaba su casa como locación para los relatores. Se dice que José Antonio Díaz fue el dueño de la casa de las seis ventanas cuando Barreiro se quedó en esta. Entrevista a (Edward Gabriel Tobito)
En entrevista a Jesus Sanchez Vasquez :líder de la vereda, quien hizo el primer acueducto de vargas (el cual salida desde la vereda de la meseta) en el año de 1966 nos cuenta que: “La construcción del acueducto fue un trabajo conjunto con los estudiantes (de la escuela rural Guías de Casanare), su labor consistía en abrir zanjas (Se le reconoce el progreso de la vereda).
En 1969 fue destruida la escuela rural Guías de Casanare, puesto que se requería del espacio para realizar el nuevo monumento (aunque en un principio comenzó a ser un parqueadero).
Antes de la construcción del monumento a los Lanceros, se encontraba en el cerro otro monumento, el cual se era el busto de Juan José Rondón y al lado se encontraba la Reina Victoria, este antiguo monumento lo construyeron los antepasados de la generación actual de Vargas, en acompañamiento de militares por medio de sus iliarios (turnos de trabajo comunitario sin remuneración). El monumento antiguo estaba hecho con mármol italiano, el cual fue importado por el gobierno, se cree que fue realizado alrededor de 1919 para la celebración de los 100 años de la batalla en el pantano de Vargas.(Jesús Sanchez Vasquez)
En otra entrevista los lugareños nos cuentan sobre los predios de la Escuela que hoy es la Casa Museo del PAntano de Vargas que: “Donde se encuentra establecido el museo, era propiedad de unos curas Dominicos o Agustinos pero luego una parte fue vendida al finado Pedro Varón, y el padre de Rodolfo( Jorge Eduardo Díaz) también le compró una parte a los curas Dominicos o Agustinos, entre otras parcelas que estaban hasta cerca del antiguo camino que daba a Bonza hasta el río Chicamocha (el antiguo camino duró hasta 1969-1970, debido a que se construyó la nueva carretera).(Entrevista a Jesús Sanchez Vasquez)
En esa misma entrevista, pero con Rodolfo Diaz nos cuenta que: “El General Suárez, El general Molano ( que adquirió casi la mitad del territorio del pantano y el Incora también tomó parte de parcelas del pantano, pero la casa de las seis ventanas permaneció con la familia Vargas, la cual después pasó a los Sernas y a los Molinos. La casa Museo pertenecía paso a la familia de Luis Vázquez, el cual después la donó para una escuela.”
Para corroborar esta información de que esta casa no estuvo en tiempos de la guerra registramos parte de la entrevista que se le hizo a: “Maria Flor Patarroyo Pulido: Nació el 11 de noviembre de 1936 su padre fue Hipólito Patarroyo y su madre fue Irene Pulido, tuvo diez hermanos, vivían en el cerro de Bolivar (cerca de la casa de Varguitas, donde está la piedra hueca en la cual se posiciono Bolívar)” ella fue estudiante de esa Escuela rural del Pantano de Vargas donde hoy es el museo.
En esta escuela se estudiaba hasta tercero de primaria (en sus inicios) tiempo después se asignaron más profesores para aumentar los cursos hasta quinto, la cantidad de maestros eran dos o cuatro profesores máximo, las clases se impartían en tres salones, no contaban con uniformes oficiales pero sí con un código de vestimenta para las mujeres, el cual constaba de un vestido cuyo largo estuviera hasta la la mitad de la rodilla.
La cantidad de los estudiantes en la escuela eran alrededor de cincuenta (tanto mujeres como hombres), los alumnos vivían cerca a la escuela (chital, las quebradas, de murcia, de caños, etc) y el requisito para entrar era que fueran mayores de siete años; la escuela les enseñaba a leer, escribir, crochet, bordados y tejidos, modisteria, sastreria, trabajo manual, oficios domésticos y culinaria. Sus clases eran impartidas desde las siete de la mañana, contaban con un intermedio al mediodía para almorzar (se dirigían a sus hogares) y después debían volver a la escuela.
Los maestros empleaban los tableros de tiza para enseñar a sus alumnos (en donde hoy se encuentra el cuadro). Donde hoy están los uniformes (pasillo largo) se encuentra un cuartico pequeño donde probablemente estaban ubicados los baños. Las primeras construcciones del caserío fueron la capilla y después la casa de las artesanías, este lote era del señor Luis Maria Rosas quien construyó la capilla, Hipólito Patarroyo donó la madera de para la capilla (padre de Flor Patarroyo). En el sector de caños solían ordeñar las vacas debido a que todavía se encontraba el pantano a sus alrededores, Solían haber muchos patos y se solía realizar caza con escopeta, era prohibido adentrarse en el pantano debido a que era hondo (peligroso). El pantano solia llegar hasta el puente de la balsa.
En otra entrevista realizada a Engracia Ramírez Vasquez: hija de Maria del Carmen Vásquez, su papá era Domingo Ramírez, quien tuvo nueve hermanos, nació en murcia; estudió en 1938 a la edad de seis o siete años, en la casa museo donde no había asientos, el suelo era de tierra y se encontraba una tarima de adobe en la cual tomaban apuntes apoyados en ella, se empleaba un tablero de tiza color negro (donde hoy en dia está el cuadro grande), en un balcón solían dejar la ruana y el sombrero antes de empezar la clase, en la cocina solían hacer melcochas; estudiaban alrededor de ochenta estudiantes donde se les enseñó a escribir. La maestra se llamaba Esther Julia Barrera (vivió en la casa de Don Luis Maria Rosas).
En la escuela también había una huerta, donde se sembraban rábanos, acelgas; todos los niños trabajaban en esta huerta (como una clase), y lo que daba la huerta se empleaba en la sopa, o los estudiantes las llevaban a sus hogares. Se estudiaba desde por la mañana hasta las doce, pero tenían que retornar a la una de la tarde hasta las cuatro.
La capilla fue construida en el mismo periodo en el que Engracia Ramírez asistía a la escuela, su construcción contó con la participación de Don Luis Maria Rosas y las personas de Vargas, se empleó madera del bosque que quedaba más allá de la quebrada de varguitas.
Otro de los estudiantes que aún están vivos con 94 años de edad nos cuenta que: “La profesora Paulina (era una normalista de Duitama) que le enseñaba al Sr Daniel, vivía en la misma escuela ( casa museo ) la cual era gratis, en esta escuela había un único salón en el que habían bancos , escribían en pizarras con tiza ( las cuales las daba el municipio) no tenían uniforme y usaban alpargatas de fique y ruana, el Sr Daniel iba a cobrar el sueldo de la profesora a Paipa, utilizaba el camino de el “alisal”, cobraba el sueldo en el estanco que quedaba en una esquina del parque, la profesora ganaba 15 pesos en monedas; En la escuela también había huerta y él la cultivaba y sembraba frijol, maíz y papa. La escuela se llamaba “San Juan Vásquez” ya que el municipio le compró la casa a el Señor Juan Vázquez. Había 60 estudiantes en el año 1933 que venían de Cruz de Murcia, venta llanos, entre otros. El piso de la escuela era en tierra y los estudiantes debían barrerlo, además la profesora Paulina castigaba con una vara de rosa a los estudiantes que no se comportan correctamente. Las paredes eran de adobe y no estaban pintadas, la casa del señor Juan Vázquez estaba como nueva por lo que no habían goteras ni daños en la estructura. Otro dato interesante que me pudieron contar era que en la escuela les enseñaban la doctrina católica, realizaban la primera comunión en Paipa.
Los colegios después de la Escuela en la Casa Museo
En una entrevista a Esperanza Coy se puede saber que: “El colegio de Vargas (después de la casa museo, debido a que comenzó a vivir la policía; para después pasar a la biblioteca), empezó como una cooperativa y a los estudiantes les dictaban las clases en una capilla. El Rector de ese momento Noe Hurtado (Papá del alcalde actual Yamir Hurtado) hizo los trámites para que el colegio pasará de ser cooperativo a ser municipal, trasladando su sede al centro de memoria, el senador Napoleón Peralta colaboraba con los trámites para que pasara de ser municipal a ser Departamental (llamándolo Juan José Rondón)y por último Nacionalizado (donde se dictaban los grados de sexto hasta noveno).
La Escuela que está encerrada con los materiales monumento, se llamaba Guías de Casanare construida alrededor de 48 años atrás, en esta escuela se encontraba un espacio en el cual se decidió colocar el colegio Nacionalizado, al cual se le cambió el nombre a institución Educativa Técnica Pantano de Vargas (permitiendo aumentar los grados hasta once). Esta historia sería interesante poderla continuar y realizar una investigación más exhaustiva, para ello me gustaría tener el apoyo de la alcaldía o del consejo municipal, así como de más lugareños para tener más y mejores datos. Quienes estén interesados en participar o colaborar en la siguiente investigación favor comunicarse con Robert Ojeda Pérez.
Características de las Escuelas Rurales.
“Las escuelas primarias, por razón del lugar donde funcionaban, se dividieron en urbanas y rurales; tanto las unas como las otras pudieron ser mixtas o de un solo sexo. En razón a la enseñanza se dividieron en elementales y superiores. Se establecía que en cada Municipio hubiera más de dos escuelas urbanas, por lo menos: una de varones y otra de niñas y las rurales que fueran necesarias según la extensión y población de las fracciones o veredas. En los Municipios donde el número, tanto de niñas como de niños, no pasaba de 25, podían las escuelas fundirse en una sola. Las escuelas primarias podían ser dirigidas por maestros idóneos, y en lo posible graduados, que reunieran las condiciones de ilustración, buena conducta moral pública y privada y que por lo menos gozaran de buena reputación en la sociedad. Los maestros de escuela debían ser del mismo sexo que los educandos. Con todo, las escuelas elementales de varones podían ser confiadas a señoras o señoritas que reunieran las condiciones anteriormente mencionadas; siempre y cuando a dichas escuelas no fueran niños mayores de doce años. Las escuelas alternadas siempre debían ser dirigidas por Señoras o Señoritas. Las escuelas siempre eran divididas en el menor número posible de secciones, a fin de que el maestro pudiera atender debidamente a la enseñanza y disciplina de todos y cada uno de sus educandos, y en ningún caso pasaría de tres si la escuela estaba dirigida por una sola persona”. (Torres, 2009)
Al realizar un rastreo desde las fuentes orales con los habitantes de la región del Pantano de Vargas, todos los que nacieron en los años 40 nos hablan de que sus primeros estudios los hicieron en esa Escuela que queda al frente del Monumento, la que hoy es la Casa Museo del Pantano de Vargas.
La mayoría de gente entrevistada allí, nos hablan de que les impartían las primeras clases de su formación, y que allí mismo vivían las profesoras. En unas versiones nos hablan de una profesora, en otras versiones nos hablan de dos profesoras, que daban las clases allí y dormían en la misma Escuela.
Es importante señalar que se debe continuar con esta investigación para profundizar sobre los primeros años de la Escuela antes de convertirla en Estación de Policía y posteriormente como cuartel de los militares que venían a prestar guardia al monumento en tiempos de celebración; hasta que su deterioro obligó a que fuera intervenida y convertida en lo que hoy es, un museo que dicho sea de paso, necesita el apoyo de todas las instituciones tanto educativas, como institucionales, corporativas y privadas, para renovar su colección, realizar exposiciones itinerantes y desarrollar guiones tanto museológicos como museográficos.
Hay que seguir buscando en los documentos para encontrar los libros de inventarios de la Escuela y de los registros de las profesoras, pues “En estos libros, se anotaba el estado general del local, el mobiliario, aparatos y demás objetos de la escuela, con indicación de buen estado y todos los útiles que para la enseñanza existían en la escuela y los que en lo sucesivo fueran recibiendo, con indicación de su procedencia. Anotaban también los útiles que a cada alumno distribuían, los cuales debía devolver al fin del año o al retirarse de la escuela”. (Torres, 2009)
Este texto hizo parte de una ponencia que presenté en la conmemoración de los 200 años de la Batalla en un evento académico. Ahora lo que quiero trabajar y preparar es la participación y los aportes de los mercenarios Británicos en la Batalla de la libertad de Colombia a propósito de los 200 años de Relaciones internacionales con Inglaterra. Espero tenerlo muy pronto.
Referencias.
Ghotme, R. (2013). La identidad nacional, el sistema educativo y la historia en Colombia, 1910-1962. Revista científica “General José María Córdova”, Bogotá, D. C. (Colombia) Sección Historia. Vol. 11, Núm. 11, Año 2013, enero-junio.
Palacios, Marco. (2002). Entre la legitimidad y la violencia. Colombia, 1875-1994. Bogotá: Norma.
Pita, R. (2015) Fundar escuelas para consolidar la República y formar ciudadanos. Una aproximación para el caso colombiano, 1819-182. Rev. hist.educ.latinoam - Vol. 17 No. 25, julio - diciembre 2015 - ISSN 0122-7238 – pp. 87 - 106
Rodríguez Cuenca, J., & Borrero, L. (2014). La batalla del Pantano de Vargas. 25 de julio de 1819, Paipa, Boyacá, Nueva Granada. Las otras historias del pasado. Maguaré, 28(2), 65-102. Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/54727
Torres Cruz, D. (2009). El papel de la escuela en la construcción de la nacionalidad en Colombia. Una aproximación a la escuela elemental, 1900-1930. Rhela. Vol. 13. Año 2009, pp. 213 - 240
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