Por:
Paola Andrea Páez Cortés
Valentina Salcedo Revelo
Robert Ojeda Pérez
El siglo XIX y XX han estado marcados por el surgimiento de discursos que promueven la construcción de Colombia como una nación racialmente heterogénea (Villegas Vélez, Álvaro, 2014), donde diferentes estudios raciales han dejado en primer plano el multiculturalismo como uno de los procesos en los que Colombia se vería vinculado en los siguientes años para la construcción de la constitución de 1991. Sin embargo, la alteridad racial y la construcción nacional en Colombia han tomado distintas perspectivas por varios autores, problematizando esta interacción. Por ejemplo, algunos artículos del siglo XX, revisados por Villegas, se enfocan en la homogenización de la población y justificar el racismo mediante las diferencias humanas; otros tienen en cuenta como se consolidó el discurso del mestizaje y las interacciones entre razas y tipos de humanos, conformando una jerarquización racial y regional dirigida por las elites; sin embargo, los artículos publicados para el siglo XXI han estado vinculados por el interés de erradicar esas diferencias étnico-raciales que provocan racismo y discriminación, generando procesos de construcción de identidad y representaciones por parte de grupo étnicos, raciales y culturales. (Villegas Vélez, Álvaro, 2014)
Es de esta manera que los discursos empiezan a formar parte importante de la multiculturalidad en Colombia, debido a que comunidades afrocolombianas e indígenas, empiezan a divulgar sus prácticas culturales y creencias en el territorio; por ejemplo, el festival del Bullerengue, celebrado en la frontera entre Córdoba y el Urabá, es una de las expresiones más importantes de la danza y música tradicional afrocolombiana (Rojas, 2012), pues hablan sobre tensiones sociales, como la marginalización, el racismo, la discriminación, el conflicto armado y el desempleo que han vivido las comunidades afrocolombianas durante mucho tiempo, evocando la preservación y folclorización de las prácticas culturales de las comunidades, enfatizando a Colombia como una nación multicultural y pluriétnica (Rojas, 2012)
No obstante, si abarcamos el tema del multiculturalismo en experiencia de los afrocolombianos urbanos, podríamos analizar la gran brecha que tiene el país en este tema. Desde tiempos de colonización se ha buscado hacer desaparecer la raza y encarnar la Nación en la categoría mestizo, entendiendo esto como un blanqueamiento que vuelve invisible la diversidad racial y étnica (Viveros, 2000).
La Constitución multicultural de 1991 buscaba cuestionar este ideal del mestizaje, al reconocer la diversidad cultural y étnica de la Nación. Sin embargo, actualmente se ven diferentes problemáticas con distintos grupos raciales, étnicos y culturales; es el caso de la población afrocolombiana, que sigue mostrando unos de los peores indicadores básicos del país en varios aspectos específicamente en los que están vinculados a las consecuencias del conflicto armado, tales como el desplazamiento forzado (Hellebrandová, 2013) los cuales han empeorado de manera significativa con el paso de los años.
La mayor problemática del desplazamiento forzado de grupos afrocolombianos es que, al ser separados de sus territorios, estos difícilmente entran en la definición de las “Comunidades negras” establecida por la ley. Excluyendo en gran medida a la población afrocolombiana urbana (Hellebrandová, 2013). Y aunque la Corte Constitucional ha señalado este problema varias veces, los afrocolombianos, es decir las mismas víctimas son quienes impulsan la integración de esta problemática a las estructuras e instituciones del Estado y en general, a los diferentes campos políticos y de acción social ( Viveros, 2000). Es por esto que, en Bogotá los espacios dedicados a la población afrocolombiana, al racismo y la discriminación racial son gestionados por las personas afrocolombianas. Sin embargo, esto carece de poder de decisión y escasos recursos materiales y humanos por parte de las instituciones del Estado y demás miembros de la sociedad.
Por otro lado, tenemos que señalar que no todos los casos de desplazamiento son forzados, en una entrevista hecha por Hellebrandová, 2013 a jóvenes de Quibdó que viven en Bogotá, se resalta el hecho de que muchos jóvenes se trasladan a ciudades principales para mejorar su educación y su vida. Lamentablemente la discriminación el racismo y los estereotipos, han marcado la llegada de muchos de estos jóvenes.
En el caso de los estereotipos y prejuicios raciales sobre “los negros”, su existencia es larga, desde la colonización, los negros se han visto señalados por ser seres que gozan fundamentalmente de los sentidos a través del alcohol del baile y el placer sexual (Hellebrandová, 2013).Lo cual les implica vivir en una sociedad donde se les asigna un papel de exótico para mantener la distancia y diferenciación de los blancos. Este tipo de acciones generan una brecha de discriminaciòn y de estereotipos que no ayudan a reconocer el valor cultural y la diversidad de la sociedad en general.
Por otro lado, se encuentran hoy en día los indígenas a quienes quieren desarraigar de los territorios para usarlos como fichas claves en la política y los intereses económicos de algunos grupos al margen de la ley. Mientras en la historia se veían procesos de blanqueamiento por parte del mestizaje para obtener privilegios y oportunidades, hoy en día se habla de una vía problemática hacia la reindigenización. (Chaves Chamorro, M. and Zambrano Escobar, M., 2006).
Hay que prevenir la distorsión étnico cultural que se está haciendo, al utilizar al afro y los indígenas en procesos que ya no reivindican su multiculturalidad, su diversidad, sino que los “incluyen” bajo un discurso que no les compete sino a unos intereses politiqueros que desdibujan la pluralidad de la constitución de 1991, en la que se reconstruye una Nación diversa, pluriétnica y multicultural por un interés meramente económico y de poder. Estamos frente a un cambiante panorama de las identidades étnicas. Como lo mencionan las profesoras Chaves y Zambrano, no se puede justificar la transformación de la construcción de la nación en Colombia con la puesta en marcha de políticas poco liberales y la agudización de las desigualdades sociales vía los intereses de unos pocos.
Si se quiere reivindicar la identidad y la reindigenización o las raíces de los afros, se les tiene que escuchar en sus verdaderas costumbres culturales, las cuales alimentan la diversidad cultural y social de sus grupos étnicos, que se encuentran en constante transformación a manera de política pública. Pero no hacer procesos de “inclusión” convenientes y manipuladores del discurso político, porque de lo contrario, perderán su credibilidad, sus orígenes, sus costumbres y entrarán en el juego de la Violencia.
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